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ORACIÓN

BIENAVENTURADOS LO QUE LLORÁN POR QUE ELLOS SERÁN CONSOLADOS Image and video hosting by TinyPic

A TU LADO

ROCIO CONTIGO SIEMPRE

domingo, 9 de enero de 2011


CAMINO DE IDA

Ya se cumplieron promesas, ya estallaron corazones rocieros llenos de Su Gloria. Pero aún queda lo más duro. El camino de la vuelta. Y si se hace duro, no es por el camino en sí, si no por la separación de Nuestra Madre. Gracias a Dios la separación es sólo física, que Ella va siempre con todos. Siempre es triste decir adiós. El rociero ha sustituido ésta palabra por un hasta siempre, por que no hay mucho tiempo entre un rezo y una alabanza, que a una madre se la quiere y está siempre en la mente.

Y comienza el camino. Se borran las pisadas de la ida, y a cada paso se renuevan promesas de volver. Si no fuera por que la Gracia de Dios está con nosotros, se diría que se hace cansino, pero todos sabemos que la belleza muchas veces no está en lo bello, y posiblemente es éste detalle el que convierta el camino de vuelta en un camino de gloria.

Las gargantas, cada vez más roncas, disimulan e intentando engañar a nuestras mentes, volvemos a rezarle como podemos, y como sabemos, a la Madre de Dios. Es posible que en unos pocos versos se resumiera el camino de vuelta, y como siempre, las sevillanas son un recurso infinito:



"El Sol está en otro sitio
cuando venimos de vuelta
y tiene un cejo distinto
esa linde de carretas.
Escondida en los pinos
la primavera
me está llamando a su vera.
Se acaban los caminos
y el corazón no se entera."






CAMINO DE VUELTA
Cuando un rociero habla de "camino", se refiere al trayecto que hace con su Hermandad desde su pueblo o ciudad hasta la Aldea del Rocío y luego el trayecto de regreso o "vuelta".

El camino comienza con la Misa de Romeros con la que cada Hermandad le pide a Nuestra Señora la Virgen del Rocío que con su manto arrope a todos los peregrinos, y les haga llegar con salud hasta su casa en la Aldea del Rocío.

El día de partida difiere según la distancia que separa a cada Hermandad de la aldea, por lo que durante la semana anterior al lunes de Pentecostés, los caminos que llevan a la ermita, se pueblan de Hermandades que, con sus Romeros, hacen cambiar el silencio de los campos por oraciones a la Madre de Dios, el trino de los pájaros por los cantos de gargantas peregrinas, que a cada paso se sienten más cerca y, sin quererlo, van avivando sus tonos.

Cada Hermandad tiene un camino diferente, aunque el “diario del camino”, aun con algunas diferencias, podría ser el siguiente:

Después de la Misa de Romeros, comienza el camino propiamente dicho, que nos llevará hasta la primera parada, donde, según la hora, se comerá o cenara y se hará noche. Aproximadamente a las 12 de la noche se rezará el Santo Rosario delante de la carreta del Simpecado y el Hermano Mayor o el alcalde de Carretas, que es el responsable de toda la comitiva, nos dirá el plan de camino del día siguiente. Cuando termina éste acto, cada cual se retira a su “carriola", carreta o carro en la que se hace la peregrinación, para compartir, tanto la comida, como las oraciones hechas canto con todo el que quiera acercarse. Es posible que la noche se haga día sin dormir, pero el tamborilero, con su toque de alba, recuerda que el camino de este día va a comenzar. Pero antes de emprender la marcha, hay que darle gracias a La Señora, ofreciéndole la Santa Misa. Y, así, comienza un nuevo caminar, unos andando acompañando a la carreta del Simpecado, otros a caballo, otros montados en las “carriolas” o en “charrés”, pero todos con un mismo destino, algo tan grande que solo cabe en el corazón, que es la Fé.

Hay sitios en el camino que debemos realzar. Para las Hermandades que vienen de la provincia de Cádiz, posiblemente cruzar la desembocadura del río Guadalquivir por Bajo de Guía, sea uno de los momentos más esperados. Ver a toda una Hermandad esperando en la playa, que la barcaza vaya cruzando el río, que ya es mar, a cada una de las carretas y carriolas, para irlas posando en las marismas de Doñana, es de una belleza tal que sólo las palabras del mejor poeta podrían describir.

Las Hermandades que hacen el camino de Sevilla, este momento debiéramos situarlo en el paso, o vado de Quemas, donde podemos ver cómo los bueyes que llevan a las carretas de los Simpecados, parecen tener conciencia de donde se hayan y, mansamente, se refrescan mientras los romeros rezan la Salve. Se diría por las caras, que el río, que es el Guadiamar, bendice a cada romero que lo cruza.

También hay noches especiales. Pero es que en el camino no hay nada que te deje indiferente, y como dice la letra de unas sevillanas, los momentos del Rocío son milagros de la Fe, y hay que estar ciegos del alma para no poderlos ver.

Pueden ser varios días con sus noches, pero el camino, propiamente dicho, termina en la aldea. Pero antes tenemos que cruzar el umbral de la casa de la Señora: El Ajolí. Aquí el corazón quiere salir, sabe que ya está junto a la Señora. El cuerpo, cansado por los días de camino, aún no reacciona, pero por un momento es el corazón quien ordena a tu mente que vayas a verla. Pobre del rociero que no le haga caso en ese momento a su corazón.


En pocas palabras, este pudiera ser el camino de cualquier Hermandad:


"Mi camino comienza
desde mi puerta.
Pero no se termina
Ni con la vuelta."

ROSARIO DEL SABADO





A las doce de la noche del sábado anterior al Lunes de Pentecostés tiene lugar el Rosario Procesional conocido popularmente como "El Rosario de Almonte".

Con este culto devocional, el pueblo de Almonte invita al resto de las Hermandades a participar en el Gran Rosario del Domingo de Pentecostés.

El rezo del Santo Rosario tiene una importancia capital en cuanto a los ritos vinculados a la celebración de la Romería ya que el Rosario es una meditación de los Misterios de la Vida de Cristo y de Su Santísima Madre, alternada con la recitación del Padrenuestro, Ave Marías y Gloria. Este es, en sustancia, el Rosario de la Virgen María, predicado por Santo Domingo de Guzmán y los Frailes Dominicos.

En la oración del Rosario, Ella nos estimula a recordar, a comprender, a configurarnos, a orar, a anunciar a Jesucristo. Porque en el Rosario se van contemplando, con María, los diversos pasos de la vida de Jesucristo: desde su Encarnación hasta la glorificación de su Madre.

Una hipótesis formulada al final del siglo pasado encuentra amplias confirmaciones y ningún estudio duda de la existencia de pequeñas cadenas utilizadas para la plegaria en el mundo cristiano desde los tiempos de los Padres del desierto, en los Siglos III y IV después de Cristo, mucho antes de las cruzadas. Quizás este sea el origen del rosario como instrumento.

En definitiva, el Rosario pasa por el ser el conjunto de oraciones indicado para congregarnos y aglutinarnos en torno a María para que Ella nos sirva, como se le ruega en la Letanía que concluye el Rosario, de Puerta del Cielo y de Abogada Nuestra, mediante su intercesión, ante Su Hijo.


LA PRESENTACIÓN


La Presentación tiene lugar el sábado anterior al lunes de Pentecostés, y consiste en presentar el Simpecado de cada Hermandad a la Virgen del Rocío.

De una en una, y por orden de antigüedad, van desfilando las carretas de los Simpecados que son tiradas o bien por bueyes o bien por mulos, delante de la ermita de la Blanca Paloma.

El acto comienza a temprana hora de la mañana, y dado el número de Hermandades, se suele alargar hasta la caída de la tarde. Representantes de la Hermandad Matriz portando el estandarte y acompañando a este con varas, esperan y reciben a cada una de las Hermandades.

Es una demostración más de fé Mariana, no importa cual sea el nombre de la Hermandad, ni siquiera el número de peregrinos o romeros que lleve, por que cada cual intenta demostrar, de la manera que sólo esta parte del globo sabe hacer, con sus cánticos y alabanzas, que ya están aquí un año más, que su espera ha valido la pena.

Es de resaltar, el modo que muchas Hermandades tienen de realizar su presentación llegando a la mismísima puerta de la ermita y arrodillando a los bueyes en señal de sumisión. En éste momento, el carretero, tiene que exponer el trabajo de muchos años, teniendo en cuenta que los animales llegan cansados por el duro y lento camino de los días anteriores.

Las carretas y carros, unos engalanados, otros aún con el polvo del camino, van formando un rosario interminable cuyo primer Misterio, como si del Rosario se tratara, es siempre el mismo: la adoración a la Virgen.

Se cumplen promesas, y se le dan gracias, por que un año más, Ella les ha llamado y El Pastorcito Divino, como gustan de llamar los rocieros al Hijo de Dios, les ha permitido estar a su lado.


MISA PONTIFICIAL


Llega la mañana del Domingo de Pentecostés y, con ella, la celebración del acto central de la Romería: la celebración de la Santa Misa Pontifical.

Concelebrada por el obispo de la Diócesis de Huelva(1) y los Capellanes de todas las Hermandades Filiales se celebra en el Real del Rocío y cada año es cantada por uno de los coros de las distintas hermandades.

En el Altar y tras los concelebrantes quedan situados los Simpecados de todas las hermandades los cuales sirven de inmenso retablo de esta Eucaristía celebrada al aire libre.

Y el Evangelio de este día: la proclama de la visita de Cristo Resucitado ante sus apóstoles. El saludo ante ellos con el "¡Paz a vosotros!" y su encomienda a sus discípulos: "...y soplando sobre ellos les dijo: 'Recibid al Espíritu Santo. Así como el Padre me envió, yo os envío a vosotros'".

Creer en el Espíritu Santo es profesar que el Espíritu Santo es una de las personas de la Santísima Trinidad, consubstancial al Padre y al Hijo, "que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria": pilar básico de la Fe cristiana.
LA PROCESIÓN
Y tras el Santo Rosario, la espera de que se produzca el salto de la reja. Desde la tarde del Domingo de Pentecostés se especula sobre la hora en que los jóvenes almonteños saltarán el cancel que delimita el presbiterio donde se encuentra el paso de la Virgen, momento que la tradición marcaba que fuera al alba del Lunes de Pentecostés y que, con el tiempo, se viene dando entre las dos y las cuatro de la madrugada.

Nunca se ha de preguntar a qué hora será el salto de la reja pues la respuesta que se encontrará es "cuando quiera la Señora".

La procesión en sí misma es atípica. Queda lejos de ser la imagen de un cortejo tipo en el que figuran insignas, personas guardando un perfecto orden en la comitiva y, como en muchos casos, acompañando a la imagen de la Virgen una banda de música.

Nada más lejos de la realidad. El paso de la Virgen es portado por muchos que se acercan a él; siempre hay lugar para esa persona que quiere llevar la imagen de la Virgen y, a la voz de "una promesa" se va haciendo un singular pasillo para poder acceder al paso. No hay horarios preestablecidos en su recorrido pues ahora el tiempo lo marca Ella y Su Hijo, el Pastorcito Divino, que como El mismo dijo, El es el Tiempo: el principio y el fin.

El interminable repique de las campanas que proviene de la Ermita y de las espadañas de las casas de las distintas hermandades avisará desde muy temprano que la procesión comenzará y este sonido inundará la aldea hasta la entrada de La Reina de las Marismas bien entrado el mediodía del lunes.

Ella irá visitando todos los Simpecados de las Hermandades. Primero se acercará a la marisma del Coto de Doñana que se encuentra al pié de la Ermita quizá en recuerdo de todos sus hijos rocieros que ya no se encuentran entre nosotros pero que disfrutan de la Vida Eterna junto al Padre Celestial. Y en la mañana del Lunes, los primeros rayos del Sol iluminarán el rostro de la Señora que reluce, con el frescor de la mañana, en toda su belleza inigualable y hasta el mediodía del lunes se paseará entre el Valle que forman sus hijos.

Y cuando se acerca a cada Simpecado, el rezo de la Salve que sirve de cauce extraordinario de espiritualidad cristiana para hablar con la Virgen. Curioso es el ver al capellán de cada hermandad con sus manos extendidas hacia la imagen de la Señora llevando el rezo y subido en los hombros de algunos de los miembros de cada hermandad. Ellos peregrinaron por Ella y ahora es Ella la que les da las gracias visitando a los peregrinos: la comunión en estado puro entre la Madre de Dios y sus hijos.




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HISTORIA

En nuestros días ha cobrado gran importancia entre los historiadores y eruditos la llamada historia oral, que en los orígenes del Rocío resulta fundamental.

"La memoria popular ha rescatado del olvido y ha transmitido de generación en generación, mediante la historia oral, el acontecimiento que supuso el descubrimiento de la Imagen en la misma zona que ocupa actualmente su santuario y la gran devoción que despertó desde un principio. No hay lugar a dudas sobre la pertenencia de la imagen de la Virgen a Almonte, aunque señala claramente la participación de la villa de Villamanrique y su importancia en el hallazgo. A grandes rasgos, se relata que a principios del siglo XV, Gregorio Medina, un cazador de Mures (actualmente Villamanrique de la Condesa), encontrándose junto con sus compañeros de cacería, le tocó en suerte dirigirse a la zona de Las Rocinas, lugar muy frecuentado por los cazadores, y allí en la chueca o hueco del tronco de un árbol centenario halló la imagen de casi una vara de alto hollada por las inclemencias del tiempo."


"Al volver a colocarla en su sitio pudo ver en la espalda de la talla la siguiente leyenda: “María de los Remedios me llamo”.

"Volvió al pueblo de Almonte, a cuyo término pertenecía aquel sitio, dando cuenta de su hallazgo. De esta población llegaron numerosos vecinos llevándose a dicha localidad la imagen. La noticia lleg a los demás pueblos de la zona, pero entre los vecinos de Almonte y de Villamanrique surgió una disputa en torno a la cuestión del acomodo de la imagen, que subsanaron siguiendo la costumbre de la época, unciendo en unas carretas dos yuntas de bueyes y que su fuerza decidiera el sitio donde se quedaba la Virgen. Ambas fuerzas quedaron igualadas sin conseguir avanzar a un lado ni a otro. Este hecho se interpretó como sentencia y se colocó la talla de la Virgen en el sitio en que fue encontrada, construyéndose una ermita de diez varas de largo gracias a las limosnas de los devotos". (ZAMORA MOYA, José A. (2000):Vivencias (La Romería del Rocío), Algaida editores, Sevilla, p. 20).
"En el siglo XV un cazador de Villamanrique, población en el borde de la Marisma del Guadalquivir, encuentra, atraído por los ladridos de los perros, una imagen en el hueco de un viejo árbol que al principio confunde con una muñeca; era un simulacro de la Virgen del Rocío escondida desde la época de los moros. Dio cuenta a Almonte, por ser el pueblo más cercano, pero también lo conocieron los de Villamanrique, de donde era natural el cazador, que manifestaron su deseo de llevársela. Sometieron ambos pueblos sus pretensiones al juicio de dos yuntas de bueyes que uncidos a una carreta no pudieron avanzar en direcciones opuestas. El hecho fue interpretado como el deseo de la Virgen de permanecer en el lugar mismo donde fue hallada y allí se le levantó una ermita.

"Esta versión forma parte de la historia oral que comparten los pueblos de la comarca. Almonte, en sus Reglas (1758) establece que un cazador, hallándose en el término de la villa de Almonte encuentra el simulacro."
"En los albores del siglo XV, tras el hallazgo de la imagen por el cazador de Villamanrique Gregorio Medina, se construyó de nuevo la ermita Aunque desde el siglo XIII, la ermita de Santa María de las Rocinas fuera visitada por los monteros de Mures (Villamanrique), los pastores de Almonte y los carboneros de Sanlúcar de Barrameda, el verdadero origen de la actual Romería del Rocío está en el ya citado hallazgo de la milagrosa imagen, hecho singular que más tarde las Hermandades irían a conmemorar, celebrando cada una su fiesta en la Ermita del Rocío" (AA. VV. (1979): Gran Enciclopedia de Andalucía, Ediciones Anel, Granada, pp. 2852-4).
"El verdadero origen del Rocío, pues, está en el hallazgo de la Imagen de la Virgen por el cazador de Villamanrique, Gregorio Medina, que tuvo la suerte de encontrarla, entrado el siglo XV, en la chueca de un fresno o acebuche." (LÓPEZ PELÁEZ, José L. (1981): Rocío 81, Imprenta Rábida, Huelva, sin paginar).
"Los monteros de Mures (Villamanrique) y los carboneros de Sanlúcar de Barrameda ya visitaban La Aldea almonteña en el siglo XIII, para ver en la ermita a la imagen de las Rocinas. Pero el origen de la actual Romería del Rocío tiene su base en el hallazgo de la Virgen por el cazador Gregorio Medina"

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